jueves, 4 de abril de 2013

Capítulo 27

Después de TANTO tiempo sin actualizar el blog, ¡he vuelto! ¡Espero que os guste el capítulo y espero no tardar demasiado en colgar el siguiente!


Hablamos, comemos y reímos. Durante el tiempo que Madge está en casa, consigo olvidarme de todo, lo que resulta un gran alivio. Es justo lo que necesitaba: dejar de pensar, desconectar, olvidar por un momento las preocupaciones, miedos e inseguridades de las últimas semanas. Me cuesta horrores dejarla marchar cuando el sol comienza a esconderse en el fin de otro día; pero tiene que irse, así que la acompaño hacia la puerta y me despido de ella con la mano mientras se aleja, con su vestido y su trenza ondeando al viento y con la bolsa que antes estaba llena de comida, ahora completamente vacía, cargada en su hombro.
Es extraño, hace solo unas semanas la odiaba por su posición social, por tener tanto dinero, y ahora, hemos tenido una comida juntos, como buenos amigos.
Vuelvo al sofá  y enciendo la tele de nuevo. No tendría que haberlo hecho. Están dando un resumen de las muertes del día. Están hablando de la chica del 1 y la chica del 4, con sus cuerpos supurantes de pus. También hablan de Katniss. Dicen que ha tenido mucha suerte al salir con vida del ataque de las rastrevíspulas, ya que ha recibido unas cuantas picaduras. Su rostro aparece en la pantalla. Está tumbada en un pequeño y no demasiado profundo agujero del suelo. No deja de temblar y de vez en cuando va soltando una pequeña exclamación de terror. La culpa y el asco me invaden. Katniss sufriendo en la arena y yo aquí de "picnic". Un odio hacia mi mismo surge en mi interior y mi estómago, que durante todo el día ha estado bien, ahora vuelve a estremecerse por las imágenes de Katniss y esas dos pobres chicas que ya no volverán nunca más a su casa, al calor de su hogar, a recibir el amor de sus familias...
Estoy cansado. Muy cansado, pero pienso en Katniss en la arena y consigo fuerzas para sentarme en frente de la televisión y aguantarme las arcadas, cosa que no creo que sea buena, pero sinceramente, me da igual. No me importa lo que pueda pasarme.

Aún me estoy lamentando cuando las cámaras enfocan el río. Lo único que se ve en la pantalla son... ¿rocas? ¿Porque están enfocando las rocas? No hay nadie cerca que pueda interesarles, pero de repente, capto un rápido movimiento. ¿Las rocas se han movido? Entre las piedras comienzo a distinguir poco a poco una silueta. Me acerco más a la pantalla y veo a... ¡Peeta! ¿Que hace ahí? Casi es imposible distinguirlo, hay que poner mucha atención. Sigo preguntándome que ha pasado cuando Caesar y Claudius explican lo sucedido mientras se ve la repetición.
Katniss estaba quitándole el arco a Glimmer cuando los profesionales comenzaban a llegar. Peeta se adelanto y empujó a Katniss hacia el interior del bosque.
-¿Por qué sigues aquí? ¿Te has vuelto loca? -le grita - ¡Levanta, levanta! -comienzó a empujarla hacia los árboles - ¡Corre! ¡Corre!
Katniss echó a correr en el momento en que los profesionales irrumpieron dando gritos.
-¿Que has hecho? - le gritó Cato.
Todos estaban cubiertos de picaduras y iban dando bandazos de un lado a otro por las alucinaciones, pero aún no les habían afectado tanto como para no poder coger el cuchillo. Marvel se adelantó un paso, pero Cato le puso la mano enfrente y aferró con fuerza su espada.
-Tu... ¡La has dejado escapar!
-Yo... -Peeta comienzó a retroceder, pero Cato fue más rápido y le clavó con fuerza la espada en la pierna, atravesándola completamente.
Peeta cayó al suelo con un grito de dolor y perdiendo sangre a una velocidad escalofriante. Los profesionales creyeron que morirá pronto desangrado y se fueron por donde habían venido.
Me quedo boquiabierto. Peeta Mellark le salvó a Katniss la vida. Y ahora está delirando a las puertas de la muerte, incapaz de defenderse y obligado a camuflarse para ocultarse de los porfesionales.

La imagen cambia de repente. Vuelve a aparecer Katniss y, entre los árboles, surge una pequeña figura. Es la niña de 12 años del Distrito 11, Rue. Se acerca lentamente a Katniss, mirando hacia los lados. Se agacha a su lado y tras revisar las heridas que le han dejado las rastrevíspulas, la arrastra fuera del agujero.
¿Va a matarla? Si la quiere matar, la habría matado ya ¿no? No se habría molestado en sacarla del agujero ¿verdad? ¡No! Es una niña. No puedo evitar pensar en Prim. No, ¡no puede matarla! ¡No va a matarla! Parece tan inocente... Pero todas mis esperanzas se vienen abajo cuando saca un cuchillo del cinturón de Katniss y lo agarra fuertemente por la empuñadura.
Me tiro al suelo de rodillas. No sé si estoy rezando o suplicándole a una especie de espíritu invisible que no la mate, pero lo único que oigo en mi cabeza es un nombre que se repite constantemente. Katniss. Katniss. Katniss.
Cierro los ojos con fuerza, incapaz de mirar. Pero tampoco puedo dejar de hacerlo. Los entreabro un poco y veo a Rue cortando unas hojas de un arbusto cercano con el cuchillo; luego se acerca y se las pone a Katniss en el lugar en el que están las picaduras de rastrevíspulas.
Una risa nerviosa escapa de mi boca y lágrimas de alegría me empañan los ojos.
Rue se sienta al lado de Katniss y deja el cuchillo a un lado.

Mi madre entra en casa, acompañada de mis hermanos, que ya han acabado el colegio por hoy. Se me tiran todos encima y me abrazan. Mi madre me da un beso en la frente.
-¿Como estás, te encuentras mejor? -me pregunta Vick.
-Mamá dice que estabas enfermo -afirma Rory.
Yo asiento.
-Claro, no hay quien pueda conmigo.
Ellos ríen y se van corriendo.
Mi madre se acerca y se sienta a mi lado.
-Gale... ¿estás mejor?
-Si, mucho mejor.
-Gale... no hay nada de comida, y no tenemos dinero para comprar más.
Se me había olvidado completamente. He estado tan centrado en los Juegos que se me ha olvidado todo lo demás. Llevo mucho sin ir a cazar... Y no solo es para mí, sino para Prim. Le prometí a Katniss que cuidaría de ella y de su madre.
No hace falta que mi madre me diga nada más. Aunque aún me duele todo el cuerpo, cojo la bolsa, me pongo la ropa de caza y salgo de casa en dirección al bosque.

jueves, 10 de enero de 2013

Los Juegos Del Hambre arrasa en los People's Choice Awards 2013

Los Juegos Del Hambre, nominada a 7 categorías, ¡finalmente ha conseguido 6 galardones! Aquí os dejo los  premios y algunas fotos del evento:


  • Película Favorita
  • Película de Acción Favorita
  • Franquicia Favorita
  • Heroína Favorita (Jennifer por Katniss)
  • Actriz Favorita (Jennifer)
  • Mejor Química en Pantalla (Jennifer, Josh y Liam)


















¡Nuevas imágenes de "En Llamas"!

Tributos, ¡por fin tenemos más fotos de "En Llamas"! ¿Ganas de verla?














viernes, 28 de diciembre de 2012

Capítulo 26


Durante unos segundos, los profesionales se quedan parados mientras las letales abejas continúan saliendo al exterior de la colmena. Peeta y unos cuantos más son lo suficientemente listos para soltar todo lo que tenían encima y comienzan a correr, apartándose del caos que los rodea.
-¡Al lago, al lago! -grita Cato. Me doy cuenta de que es la primera vez que parece alterado desde que los Juegos comenzaron.
Todos corren en esa dirección pero la chica del 1 y la chica del 4 no tienen la suerte de poder escapar. Han recibido múltiples picaduras antes de caer al suelo, chillando, aferrándose desesperadamente a su último halo de vida antes de que finalmente sus ojos se cierren y todos sus intentos cesen.
Katniss, que se estaba alejando tambaleante por el bosque, vuelve hacia atrás deteniéndose a los pies de Glimmer en el momento en el que el cañonazo suena. Se agacha y, después de mirarla asombrada, intenta quitarle el arco que la chica había estado agarrando con fuerza.
Glimmer había sido una chica hermosa, pero el aspecto que tiene ahora me hacen venir náuseas. Las picaduras le cubren completamente el cuerpo, borrando sus delicadas facciones y de los bultos ha comenzado a salir una especie de pus o líquido verde.
No puedo evitar correr al lavabo de nuevo, aunque no sirva de nada ya que mi estómago está completamente vacío y no tiene nada que expulsar; así que me quedo allí sentado, mirando tan fijamente la blanca pared que cualquier persona que me viera pensaría que estoy descifrando un importante código; pero me siento incapaz de volver al salón y encontrarme de nuevo con la imagen de esa pobre chica destrozada.
No sé cuanto tiempo llevo aquí sentado, escuchando el monótono sonido de la televisión como si estuviera muy lejos de mí en lugar de en la habitación contigua, cuando alguien llama a la puerta y yo me levanto como puedo, caminando apoyándome en la pared.
Cuando abro la puerta, veo a Madge con un vestido verde que le llega hasta las rodillas, una bolsa que parece pesar colgada de su hombro y el cabello recogido en una trenza que me trae dolorosos recuerdos de Katniss, de como ella recogía siempre su cabello en una trenza hacia un lado. Recoge. Katniss recoge su cabello en una trenza. Tengo que dejar de pensar en ella como algo de mi pasado. No ha muerto y no va a morir. Volverá a casa.
-Uhh... Tienes mal aspecto -me dice Madge, devolviéndome al presente.
-¿De verdad?
-Si te soy sincera, parece como si una docena de agentes de la paz te hubieran dado una paliza -dice entrando en casa. -Oye, ¿has comido? -pregunta mientras se vuelve hacia mí.
-Emmm, no...
-Vale, te iba a proponer irnos de picnic pero no creo que estés en condiciones así que... ¿mejor comemos aquí? -bajo toda la naturalidad que intenta aparentar se puede apreciar un poco de nervios, como si temiera que el fuera a rechazar su proposición. ¿Quería irse de picnic conmigo? ¿Dónde? ¿En el bosque?
-Ehhh...
-¡Perfecto! -se dirige a la cocina y deja la bolsa sobre la mesa de la que saca carne fresca y unas cuantas fresas. Después de preparar la carne y ponerla en un plato junto a las fresas vuelve hacia donde estoy yo, que sigo plantado en medio del salón, mirándola con sorpresa.
-¿Te vas a quedar ahí plantado toda la vida o vas a venir a sentarte conmigo? -pregunta enarcando las cejas.
Un rugido de mi estómago hambriento responde a su pregunta y yo voy hacia el sofá y me siento a su lado.
Madge apaga la televisión y me mira, me da uno de los dos platos que sostiene y, juntos, comezamos a comer.


sábado, 24 de noviembre de 2012

Capítulo 25

Sé que llevo mucho tiempo sin actualizar el blog y una vez más os pido perdón. Aquí tenéis por fin el capítulo 25. Como siempre, espero que os guste.





Vuelvo al salón y me siento en el suelo, abrazándome las piernas con los brazos y apoyando la barbilla en las rodillas. Mi madre posa su mano en mi hombro y me da un cálido apretón, al que yo intento responder con una falsa sonrisa, antes de que se vaya a la cocina.
Prim se levanta del sofá y se sienta a mi lado, en la misma posición que yo. En su rostro aniñado se mezclan sus emociones, que van desde la añoranza y el miedo a la culpabilidad. Siempre había sabido que Prim estaba sufriendo mucho por Katniss, pero nunca me había parado a pensar en que pudiera sentirse responsable de todo lo que está pasando; pero ahora, mirándola a los ojos, se puede ver claramente la sensación de culpa que la invade.
- Prim, no fue culpa tuya -digo, girándome para mirarla a ella en lugar de a la pantalla.
- Sí que lo es. Todo lo que está pasando es mi culpa -le tiembla la voz al hablar.
- Prim...
- No, Gale. No digas nada. Sé que es verdad. Si no fuera por mí, Katniss no habría ido a los Juegos. Si no fuera por mí ella estaría en casa a salvo. Todo es culpa mía.
- Prim -como está evitando mirarme, me pongo justo delante suyo y hago que nuestras miradas se crucen. - Nada de esto es culpa tuya. Mira... se como debes sentirte, pero Katniss no querría que pensaras eso. No querría que ni por un segundo ese pensamiento pasara por tu cabeza.
- Si... ya... Seguro que ahora mismo me odia -dice volviendo a apartar la mirada, dirigiéndola a un hilo descosido de su vestido rosado.
- Seguro que no. Prim... tu eres lo que Katniss más quiere en el mundo. Si se presento voluntaria en la cosecha fue porque no podía permitir que a ti te pasara nada malo. Todo lo que está pasando no es tu culpa, es culpa del Capitolio. No tienes que culparte por algo que no podías evitar. 
Ella asiente en el mismo momento en el que la puerta suena de nuevo. Voy a abrir y la que esta vez aparece frente a mí es la madre de Kaniss.
- Hola Gale. ¿Está Prim aquí? 
- Sí, ha venido hace un rato; no quería ver los Juegos sola.
Ella suspira con alivio y me acompaña al interior de la casa. Cuando Prim la ve se precipita a sus brazos y se funden en un cálido abrazo.

El resto de la noche me siento en una especie de nube. Prim y su madre han accedido a quedarse a cenar con nosotros y mi madre ha preparado un estofado con la poca carne que nos queda, cosa que indica que pronto tendré que ir a cazar. Cualquier otro día del año esa idea habría resultado agradable y emocionante, pero ahora es lo último que me apetece hacer. Sin Katniss, el bosque me resulta un lugar grande y extraño y cada uno de los lugares que en él se esconden me traen más y más recuerdos de Katniss.
La pequeña televisión está encendida. Todos intentamos fingir que todo está bien e intentamos ignorar las imágenes del televisor en las que Claudius y Caesar nos hacen un resumen de los acontecimientos del día. Pero no podemos, por mucho que intentemos no pensar en la arena, es lo único que nos viene a la mente. Cada uno de mis pensamientos se centran en ese árbol rodeado de profesionales y en el que se encuentra la persona a la que más quiero en todo el mundo.
He estado como ausente durante toda la cena, toda la atención que he prestado a sido a mis propios pensamientos y a la pantalla, pero cuando nuestros platos ya están prácticamente vacíos veo a Rue. Está a pocos árboles de distancia de Katniss y le señala algo por encima de su cabeza. Cuando Katniss sigue con la mirada la dirección de sus dedos, la pantalla enfoca lo que ha llamado la atención de la pequeña: un nido de rastrevíspulas.
Estoy demasiado cansado, mis ojos se cierran por momentos y comienzo a ver borroso todo lo que me rodea. Me doy cuenta de que la cabeza comienza a darme punzadas y de que siento un pitido en los oídos. No me doy cuenta de que el himno de Panem ha estado sonando hasta que este cesa y entonces veo sonrisas en las caras de mi madre, Prim y la señora Everdeen. Ver a Prim sonriendo por primera vez desde la cosecha hace que me sienta feliz, aunque no sé cual es el motivo de la felicidad que parece que ha alegrado un poco el desolado salón.
Cuando Prim y su madre se van, me tiro en el sofá y me quedo dormido justo cuando mi cabeza toca el reposabrazos.

Me despierto al oír ruido a mi alrededor. Mi madre me esta llamando. Abro los ojos, pero los vuelvo a cerrar por la luz que entra por las ventanas abiertas. Es muy poca, pero a mis ojos cansados le parece como si estuviera mirando directamente al sol. Cuando me incorporo, un sabor ácido me sube por la garganta y voy corriendo al lavabo con la mirada sorprendida de mi madre siguiendo mi camino. Toda la cena de anoche abandona mi estómago dejándome un asqueroso sabor en la boca. Voy a la cocina y bebo agua.
- Gale, ¿estás bien?
- Mmm... -me siento en el suelo y me sujeto la cabeza con las manos.
- Gale, me tengo que ir a trabajar. Ahora llevaré a tus hermanos a clase. Tú quédate en casa y descansa, ¿vale? Necesitas descansar.
Me vuelvo a tumbar en el sofá y dejo que la inconsciencia me lleve de nuevo.
No he dormido casi nada, solo lo que el dolor de cabeza me ha dejado, pero finalmente me canso y enciendo la televisión.
Acaba de amanecer en la arena y veo a Katniss serrando la rama del árbol en la que están las rastrevíspulas. Recibe tres picaduras antes de que la colmena caiga al suelo y se parta como una nuez. Los insectos salen al exterior y se forma el caos en el comienzo de un nuevo día en los Juegos.


domingo, 11 de noviembre de 2012

¡Hola!

¡Hola a todos! Sé que llevo mucho tiempo sin escribir y que parece que tengo el blog olvidado, pero que sepáis que no me he olvidado de vosotr@s.
Ahora con las clases apenas tengo tiempo de ponerme y escribir tranquilamente por los deberes, los exámenes y el estrés, y cuando tengo tiempo la inspiración no me viene...
Sólo quería pediros perdón por el retraso y deciros que intentaré colgar capítulo lo antes posible.
¡Saludos!

sábado, 29 de septiembre de 2012

Capítulo 24

Se acercan al estanque en el que Katniss intenta curar sus quemaduras tosiendo y gritando a voces, orgullosos de haberla encontrado por fin. La chica del 4 esta vez se ha unido a la expedición de caza, ya que ahora el chico del 3 se encarga de vigilar las provisiones, a pesar de que cuentan con la protección de las minas.
Cuando Katniss los oye llegar, se levanta como puede y corre hacia un árbol al que poder trepar. Consigue llegar a una altura de unos seis metros ,a pesar de sus heridas y el dolor que delata su rostro cada vez que estas rozan la madera del tronco, justo cuando los profesionales llegan al pie del árbol.
Peeta se ha quedado atrás. Mira alternativamente a Katniss y a la manada con una expresión de autentico terror.
Alguien llama a la puerta y yo me levanto de un salto y corro a ver quién es. Cuando abro y miro al exterior, veo que se trata de Prim. Lleva su rubio cabello recogido en dos largas trenzas que le caen hasta la altura de los hombros. Me mira, indefensa.
-Mi madre ha salido y ahora no está en casa...
Yo asiento y le señalo con una mano el interior de la casa, a la que entra con paso inquisitivo. Mi madre le da un cariñoso abrazo y le hace un sitio a su lado en el sofá mientras yo me quedo detrás del respaldo, de pie, apoyado en él y apretando los muelles del relleno con fuerza.
Presiento lo peor y el miedo me inunda pero, al contrario que yo, Katniss luce una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Cómo va eso? -les grita a los profesionales en tono alegre.
Se puede apreciar el cambio en el rostro de Peeta, que pasa de temor a incredulidad; aunque supongo que ese cambio también ha sido evidente en mis facciones.
¿Qué es lo que Katniss pretende? ¿Unirse a los profesionales? No. Seguro que ella nunca se uniría a ellos. Pero entonces... ¿porque no muestra el más mínimo temor estando completamente acorralada, sin ningún arma exceptuando un cuchillo?
-Bastante bien -responde Cato claramente asombrado -. ¿Y a ti?
- Un clima demasiado cálido para mi gusto -responde, provocando un ataque de risa en Claudius, Caesar y la multitud del Capitolio que han enfocado en la pantalla -. Aquí arriba se respira mejor. ¿Por qué no subís?
Definitivamente, el humo le ha afectado. ¿Qué pretende con esto? ¿Quiere mostrarle a su hermana en directo como la matan?
- Creo que lo haré.
- Toma esto, Cato -dice Glimmer, ofreciéndole el arco plateado y el carcaj de flechas que Cato rechaza añadiendo que prefiere utilizar su espada, que lleva colgada de su cinturón.
Cuando Cato comienza a subir al tronco, Katniss se pone en posición y continua trepando ágilmente. Nunca he podido evitar pensar que se parece a una ardilla, con esos movimientos gráciles que la hacen trepar tan alto que incluso yo siento vértigo mirándola desde el suelo; por la forma en la que corre sobre las ramas, hasta por las más finas, debido a su práctica y a su peso. Su peso... Yo no puedo trepar tan alto como ella debido a mi peso, y cada uno de los profesionales debe de pesar el doble que yo. La tranquilidad de Katniss en este momento se debe a que sabe que ni siquiera el más pequeño de los profesionales logrará subir tan alto como ella, ya que las ramas se quebrarán en cuanto estos las agarren.
Y eso es lo que le ocurre a Cato, que acaba de caer de espaldas sobre la arena. Se levanta de un salto y comienza a gritar palabrotas y a gruñir como un perro rabioso. La risa casi se me escapa al verle, pero al reparar en sus ojos furiosos y asesinos esta vuelve a esconderse muy dentro de mí.
Glimmer tampoco consigue subir al árbol, ya que las ramas vuelven a quebrar a su paso.
Katniss ya se encuentra a unos veinticuatro metros de altura cuando comienzan los intentos fallidos de acertarla con flechas.
Cuando se cansan, enfurecidos, se agrupan y gruñen conspiraciones entre ellos.
- Venga, vamos a dejarla ahí arriba. Tampoco puede ir a ninguna parte; nos encargaremos de ella mañana -la voz de Peeta suena dura, aunque su rostro expresa debilidad, pero los profesionales están tan furiosos que no parecen percibirlo.
Finalmente, deciden hacer caso de Peeta y se tumban en sus sacos para dormir. En ese momento, todo está inundado por un silencio que parece inquebrantable, salvo por los enloquecidos latidos de mi corazón, en los que no había reparado hasta ahora, y que me retumban como sordos martilleos en mis oídos.
Por fin suelto el respaldo del sofá, en el que se han quedado grabadas mis manos, y voy con paso torpe a la cocina. Bebo agua, contando y esperando a que mi respiración se normalice. Sólo puedo pensar en lo larga que va a ser la noche.