viernes, 24 de agosto de 2012

Capítulo 22


Cojo mis armas del hueco vacío de un árbol y cargo el arco mientras las lágrimas no dejan de correr por mis mejillas. Cuando derribo a unas cuantas presas, comienzo a calmarme.
Me repito una y otra vez que no ha pasado nada, que todo está bien, pero la verdad es que no lo está. Nada de lo que está pasando ahora mismo puede decirse que esté bien. Hoy Katniss casi muere de deshidratación, ¿que le pasará mañana? ¿Un muto del capitolio? ¿Los profesionales? Por mucho que Peeta esté dispuesto a traerla con vida, puede que falle en uno de sus intentos de alejarlos de ella y entonces...
Descarto esta idea de la cabeza, como hago siempre que algún pensamiento comienza a angustiarme. Peeta lo logrará. Seguro que ella volverá.
Me paso el resto de la tarde en el bosque. Cuando voy a pescar al lago, no puedo evitar que el sueño aparezca en mi mente de nuevo. Lo dejo todo en el suelo y sin pensármelo dos veces cojo carrerilla y salto. A diferencia de lo que ocurrió en el sueño, esta vez si que llego al agua. Me sumerjo en ella y me alejo del mundo y de todo lo que está sucediendo en mi vida en este momento. Es una sensación tan extraña como satisfactoria.
Por mucho que el bosque ya sea un lugar extremadamente silencioso, siempre están los ruidos de los animales, el viento, los charlajos que cantan en las ramas de los árboles. Pero debajo del agua es como si ni siquiera eso existiera.
Cuando el sol empieza a ponerse, sé que es hora de volver a casa. Estoy empapado, pero no importa.
Antes de nada voy al Quemador y, como siempre, vendo parte de la carne obtenida.
Darius hace alguna que otra broma sobre mi ropa mojada y yo intento responder con una triste sonrisa, que él me devuelve. Sé que el apreciaba a Katniss y, como todos en el Distrito 12, también sufre viéndola en la arena.
Pienso en Madge. Ha estado muy amable conmigo estos días, a pesar de lo ocurrido el día de la cosecha. Se me ha olvidado coger fresas para llevárselas.
Cuando llego a casa, mi madre y mis hermanos ya están durmiendo. Aunque sea pronto, mi madre estará agotada por el trabajo y ha decidido irse pronto a dormir, así que, cuando acabo de guardar la caza y cambiarme mi ropa mojada, ceno y me voy al sofá.
Me tumbo y, con la televisión encendida, me quedo dormido.

Me despierta una luz y cuando abro los ojos me doy cuenta de que proviene de la pantalla encendida. La arena está ardiendo.
La cabeza me duele horrores y me cuesta concentrarme en lo que ocurre. Entonces veo a los tributos corriendo y entiendo de que se trata.
Los Vigilantes han creado este fuego para juntarles a todos ya que han pasado dos días en los que todo ha estado tan tranquilo que habrá llegado a aburrir a la audiencia del Capitolio. Y los Juegos del Hambre no pueden ser aburridos. No pueden permitírselo, así que con este fuego los juntaran y se asegurarán alguna que otra muerte.
Cuando la veo a ella no puedo quedarme aquí quieto sin hacer nada, así que salgo corriendo de casa, dispuesto a ir al bosque.
Sigo corriendo, cuando me detengo al ver que la luz de la casa de Katniss está encendida. Miro por la ventana y veo a Prim y a su madre con expresión de verdadero horror en la cara.
Prim, al ver una sombra en la ventana se gira y me ve. Se acerca a la puerta, me abre y me da un fuerte abrazo.
- Gale... -dice con un profundo sentimiento de tristeza inundándole la voz. -Pasa por favor.
Yo le hago caso y entro en el salón. Me siento en un sitio libre y saludo a la madre de Katniss, que me da un cálido apretón de manos.
Prim se sienta encima mío y juntos miramos fijamente la pantalla.
Los tributos corren con desesperación intentando alejarse del fuego.
Del incendio comienzan a surgir bolas de fuego, disparadas directamente contra los tributos, que apenas logran esquivarlas.
Entonces siento que me muero cuando veo a Katniss deteniéndose para vomitar. Los disparos están a punto de acertarla unas cuantas veces y yo no puedo hacer nada, sólo quedarme aquí sentado, impotente...
Los ojos de Prim comienzan a empañarse y me aprieta la mano con fuerza. Entonces comprendo que si que estoy haciendo algo. Lo único que Katniss me pidió; que cuidara de su hermana pequeña.
Así que cuando una de las bolas de fuego hace que la pernera del pantalón de Katniss comienza a arder y ella comienza a chillar, yo me guardo lo mejor que puedo la histeria que crece cada vez más dentro de mí. Katniss consigue apagarla pero, en lugar de continuar corriendo se sienta en el suelo, negándose a continuar avanzando.
El llanto desesperado de Prim comienza en ese momento. Se abraza a mi y a su madre, llorando desconsoladamente mientras el fuego continúa avanzando hacia su hermana.
Yo no puedo seguir controlando las lágrimas, que comienzan a correr como un torrente por mis mejillas.
Claudius Templeshmith y Caesar Flickerman llevan desde que comenzó el incendio muertos de la emoción y ahora no dejan de repetir algo que no escucho sobre la chica en llamas. Seguro que eso les ha dado la idea de incendiar la arena a los Vigilantes.
Y entonces, cuando ya lo damos todo por perdido, el fuego se disuelve con la misma facilidad con la que fue creado.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Capítulo 21

El profesor enciende la pequeña televisión y los presentadores Claudius Templeshmith y Caesar Flickerman nos hacen un resumen de los acontecimientos de lo ocurrido en la arena hasta el momento y nos recuerdan los nombres de los tributos que siguen con vida: los dos del 1, los dos del 2, el chico del 3, la chica del 4, la chica del 5, el chico del 10, los dos del 11 y los dos del 12. Nuestros dos tributos siguen con vida. Katniss sigue con vida.
Y entonces me acuerdo de que Peeta no la entrego a los profesionales a pesar de que sabía exactamente en que árbol estaba. La vio pero no dijo nada. Y ese temblor en su voz...
Ahora lo entiendo todo y la furia que ese chico había despertado en mí se apaga por completo. Se ha unido a los profesionales para alejarlos de ella. Porque lo que dijo en la entrevista era cierto. Él la quiere y lo que va a hacer es protegerla; lo mismo que habría hecho yo de haber podido presentarme voluntario. Yo habría muerto en la arena por ella, para salvarla, y Peeta va a hacer lo mismo. Intentará traerla de vuelta a casa.
No pasa nada interesante durante la retransmisión. Los tributos cazan y buscan agua. Algunos tienen la suerte de encontrarla, pero otros, como Katniss, no tienen tanta.
A la hora de salida no tengo ganas de hablar con nadie y sé que Liam se me acercará, le esperaría y hablariamos un rato, pero estoy tan extremadamente cansado que lo único que quiero es volver a casa y no hacer nada.
Cuando el profesor anuncia que nos podemos ir y apaga la televisión yo ya lo tengo todo preparado, al contrario que mis compañeros, así que soy el primero en salir del aula. Ya hablaré con Liam mañana.
En casa saludo a mi madre, que está lavando la ropa que los comerciantes le han traído. Veo que tiene mucho trabajo y a pesar del sueño que tengo me ofrezco a ayudarla. Ella me mira y al ver mis ojeras se niega y me dice que me vaya a dormir, así que voy a mi habitación, lo dejo todo en el suelo, me quito la camisa y me tiro a la cama.
El último pensamiento que puedo formular es que ojalá el sueño de anoche se repita, ya que es el mejor que he tenido en mucho tiempo, aunque sea por el simple motivo de estar junto a ella.
Cuando abro los ojos veo que ya es entrada la noche.
Me levanto y voy al comedor en el que mi madre está viendo la televisión mientras cena.
- Tienes el tuyo en la cocina -explica señalándome su plato.
Voy a buscarlo y me siento a su lado.
- ¿Novedades? -pregunto frunciendo el ceño.
- No. Hoy ha sido un día muy tranquilo. Cazar, recolectar, buscar agua...
- ¿Ha encontrado? -inquiero preocupado, ya que lleva dos días sin beber y necesita encontrar agua pronto o morirá deshidratada.
Mi madre sacude la cabeza y yo miro a la pantalla.
Aunque mi siesta me haya sentado muy bien, no ha sido lo suficientemente larga para poder reparar todas las noches que llevo sin dormir; así que cuando acabo mi cena, tras asegurarme que Katniss está bien, me despido de mi madre y me voy a mi habitación, donde el sueño no tarda en volver a llevarme consigo.

La luz del nuevo día me despierta y con ella aparecen en mi energías renovadas.
Me preparo y, como cada día, me voy a clase.
Llego un poco antes de tiempo al aula y aún hay poca gente. Pero veo que Liam está sentado en su silla y hoy soy yo el que se acerca a saludarlo. Hablamos hasta que el profesor entra y vuelve a encender la televisión.
Lo que veo no me gusta. Hay un primer plano de Katniss y en su expresión ya se pueden comenzar a percibir los síntomas de la deshidratación.
Baja del árbol para reemprender la busca del líquido que su cuerpo tanto necesita, pero cuando está a 1 metro del suelo, no se agarra bien y se cae. Casi me incorporo de la silla, pero al ser una caída pequeña no parece haberse hecho daño y comienza a empaquetar sus cosas.
De vez en cuando aparecen imágenes del resto de tributos, pero en esos momentos yo desconecto; solo me importa ella.
Camina por el bosque casi dando bandazos y entonces se para.
- Agua -grita, supongo que dirigiéndose a los patrocinadores. Pero ningún paracaídas plateado llega.
La cámara se aleja y enfoca la arena desde arriba. Veo a Katniss en el bosque y allí... ¡un lago! Está muy cerca, solo tiene que aguantar un poco más.
Katniss parece darle vueltas a una idea y es como si una luz se iluminara dentro de ella. Sabe porque no le envía nada Haymitch, así que coge una rama rota que usa de bastón y sigue caminando a duras penas.
Durante el descanso para comer no pruebo bocado; no me siento capaz de comer.
Cuando la tarde cae veo en los ojos de Katniss que está a punto de derrumbarse. Toda la clase espera expectante a saber que pasará.
Katniss comienza a tropezar una y otra vez, aunque consigue levantarse; pero hay una vez que ya no se levanta.
Esto no puede estar pasando, ¡tiene el lago a 5 metros!
- ¡Venga! -grito levantándome y dándole una patada a la silla - ¡Ya estás Katniss! ¡Venga!
Todo el mundo me mira fijamente, pero yo sigo propinándole patadas a mi asiento.
Hasta que Katniss levanta la cabeza y comienza a arrastrarse en dirección al estanque. Cuando llega, llena su botella de agua y espera a que se desinfecte. En el momento en el que da el primer sorbo, salgo corriendo del aula, con lágrimas de felicidad en las mejillas, sin prestar atención a los gritos del profesor.
Sigo corriendo hasta que llego al bosque y me pierdo en él.

martes, 21 de agosto de 2012

Capítulo 20

Peeta mira a su alrededor preocupado. Sabe que ella tiene que estar cerca y está en lo cierto. El miedo comienza a invadirme ya que ahora Peeta correrá a decirle a los profesionales que Katniss está allí; ellos la encontraran y ella está desarmada... pero en lugar de salir a correr, Peeta continúa buscando con la mirada en arbustos y ramas, hasta que sus ojos se posan en la figura negra de Katniss en lo alto de uno de los árboles. Se levanta intentado mantener la calma y vuelve al lugar en el que le esperan.
- ¿Estaba muerta? -le pregunta Cato.
- No, pero ahora sí -su respuesta se ve correspondida por el cañonazo que suena a continuación - ¿Nos vamos? - dice intentando aparentar firmeza en su voz, aunque se puede percibir un ligero temblor que los profesionales no logran captar.
Los 5 salen corriendo justo cuando despunta el alba y los cantos de los pájaros llenan el aire. Sólo entonces, cuando están bien lejos del árbol de Katniss, consigo relajarme. Mis músculos se destensan y mi respiración y los latidos de mi corazón reanudan su habitual ritmo.
¿Cuantos días han pasado desde la cosecha? 6 días. Los peores 6 días de toda mi vida. Y todos los días que aún me quedan por sufrir. Si en este tiempo hubiera estado conectado a una de esas máquinas que marcan el ritmo cardíaco, las marcas habrían sido preocupantes.
Los tributos vuelven a ponerse en marcha, mientras que los profesionales se dedican a descansar cerca de su torre de provisiones.
Mis ojos comienzan a cerrarse. Apenas he dormido 3 horas en toda la noche, y la verdad es que en las anteriores no he dormido mucho más.
Lo último que veo antes de que el sueño pueda conmigo es a Katniss caminando por el bosque.
Esa imagen entra en mis sueños. La veo a ella. Los dos juntos cazando, como hacemos siempre. No deja de sonreír; tiene una sonrisa preciosa. Vamos a pescar y de repente ella se tira al agua y me llama desde dentro del lago. Me acuerdo del día en el que me enseño a nadar en este mismo lugar. Doy varios pasos hacia atrás, me preparo para coger carrerilla y salto, aunque mi cuerpo no llega a tocar el agua, ni siquiera rozarla. Me he despertado. Para ser exactos, mi madre me ha despertado. Llego tarde a clase.
Me preparo lo más rápido que mi cuerpo cansado me permite y salgo a correr hacia el colegio.
Cuando llego, todos están ya en el aula, aunque el profesor no ha llegado. Un profundo silencio se instaura en la clase tras mi llegada y todos los ojos se posan en mí, los siento clavados en mi espalda, igual que el día después de la cosecha. Pero yo me limito a sentarme en mi sitio, evitando mirar a nadie. Pero Liam se me acerca. Es mi amigo desde hace mucho tiempo.
- Tienes mala cara.
- Lo sé -respondo. No me extraña que la tenga.
- ¿Como estás? -me pregunta.
En lugar de contestar, le miro a los ojos. Él me observa y veo que lo entiende. Mis ojos empañados y mi expresión de dolor le dicen lo que no puedo expresar con palabras.
Coge una silla para sentarse a mi lado y supongo que darme ánimos, pero el profesor llega y tiene que ir a su sitio.
Por primera vez veo la pequeña televisión que hay al frente de la clase. Lo único que haremos estos días será ver los Juegos. Juegos a todas horas.
Suelto un bufido y me preparo para varias horas de nueva tortura.


domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo 19

- ¡Doce menos, quedan once! -gritan los 4, mientras Peeta se queda mirando el cuerpo inmóvil de la chica en el suelo.
Registran en las previsiones de la chica, pero no encuentran nada que merezca la pena.
- Será mejor que nos vayamos para que puedan llevarse el cadáver antes de que empiece a apestar -dice Cato, empezando a caminar.
Se alejan hasta el claro en el que se encuentra el árbol en el que Katniss está escondida y yo comienzo a rezar mentalmente para que no la vean.
-¿No tendríamos que haber oído ya el cañonazo?
- Diría que sí, no hay nada que les impida bajar de inmediato.
- A no ser que no esté muerta.
- Está muerta, la he atravesado yo mismo -refunfuña Cato entre dientes.
- Entonces, ¿qué pasa con el cañonazo?
- Alguien debería volver y asegurarse de que está hecho. -propone Glimmer.
- Sí. No quiero tener que perseguirla dos veces.
- ¡He dicho que está muerta! -grita Cato, enfadado de que el resto le contradigan y iniciando una discusión en la que todos comienzan a chillarse.
- ¡Estamos perdiendo el tiempo! ¡Iré a rematarla y seguiremos moviéndonos! -les corta Peeta.
La cámara enfoca a Katniss. Aunque apenas se la ve entre todas las ramas, se puede diferenciar su negra silueta que casi se cae del árbol por la sorpresa de escuchar a Peeta con los profesionales; suerte que estaba sujeta con el cinturón.
- Venga, chico amoroso -se burla Cato -compruébalo tu mismo.
Peeta se aleja y cuando llega al lugar en el que se encontraba la hoguera, se arrodilla al lado de la chica. ¿La va a matar?

-¿Por qué no lo matamos ya y acabamos con esto? -pregunta Marvel.
- Deja que se quede. ¿Qué más da? Sabe utilizar el cuchillo.
- Además, es nuestra mejor baza para encontrarla.
- ¿Por qué? ¿Crees que la chica se ha tragado la cursilería romántica?
- Puede. Parecía bastante simplona. Cada vez que la recuerdo dando vueltas con el vestido me dan ganas de potar.
- Ojalá supiéramos cómo consiguió el once
- Seguro que el chico amoroso lo sabe.

Cierro los ojos, cojo la botella de agua y doy unos cuantos tragos. Cuando vuelvo a centrar mi atención en la pantalla, Peeta tiene su cuchillo en la mano. Está temblando y... un par de lágrimas traicioneras corren por su rostro.
Pone los tres dedos centrales de la mano en el cuello de la chica y ve que su corazón sigue latiendo. Traga saliva ruidosamente y su respiración se acelera.
Acerca su boca a la oreja de la chica y le susurra algo al oido. Después, apartando la mirada, clava su cuchillo en el cuello de la chica y lo deja caer al suelo.
Cuando abre los ojos su mirada se posa en una trampa que hay colocada en el suelo. Sus ojos se llenan de reconocimiento; es una trampa de Katniss.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Capítulo 18

Traición. ¿Como ha podido? Él nunca ha estado enamorado de ella. Solo era una estrategia para que ella se lo creyera y confiara en él. Y ella claro que lo ha hecho, pero ahora él está dispuesto a entregarla; a sentenciar su muerte.
Cato y Clove le siguen mirando a los ojos.
- Muy bien Enamorado. ¿Puedes encontrarla? -pregunta Clove que ahora sonríe maliciosamente.
- Sí. Sé como son sus trampas y su forma de luchar y sé cual es su territorio de caza.
Clove y Cato se miran. Cato baja la espada y los dos se alejan unos metros. Marvel continúa agarrando a Peeta y Glimmer se queda con él. Por mucho que los 4 estén en el mismo bando, se nota quienes mandan.
- ¿Qué hacemos? ¿Tú te lo crees? -le pregunta Clove a Cato.
- No lo sé. Pero es la única manera que tenemos de dar con ella.
- ¿Pero en serio crees que nos dirá donde encontrarla?
- De momento le aceptamos, pero en el momento en que vea que nos la está jugando, le mataré.
Clove asiente y vuelven junto a los otros. Los 4 se miran y Glimmer y Marvel asienten a la vez. ¿Lo han entendido? Parece que sí, porque Marvel suelta a Peeta y le da un empujón hacia adelante.
- ¡Vamos! -grita Cato- ¡Estamos perdiendo el tiempo! Llevanos hasta tu chica en llamas enamorado -ordena con una sonrisa maliciosa antes de que los profesionales vuelvan a emprender la marcha con las armas preparadas de nuevo.
Observo como se adentran sigilosamente en el bosque otra vez, caminando entre los frondosos árboles e iluminándose con la luz de las antorchas.

Los ojos se me empiezan a cerrar. Anoche no dormí nada con la preocupación del inicio de los Juegos y hoy llevo todo el día en la plaza mirando la gran pantalla. Aunque intento evitarlo por miedo a que mientras duermo ocurra algo, el cansancio acaba apoderándose de mí y finalmente consigo esas ansiadas horas de sueño que tanta falta me hacían.
Unas horas después me despierto a causa de la sed. Me levanto del sofá y me dirijo a la cocina. Cojo una botella de agua que llevo de nuevo al salón. Me siento y compruebo que no ha habido novedades mientras bebo. Dejo la botella a un lado y me vuelvo a tumbar, dispuesto a volver a dormirme, pero un ruido procedente de la pantalla me llama la atención. Es la chica del Distrito 8 encendiendo un fuego. ¿¡Se puede saber que hace!? ¿¡Como se le ocurre encender un fuego!? Y menos a estas horas de la noche en las que las llamas alertaran a cualquier tributo de cualquier parte de la arena. Si, vale, hace mucho frío, y no todos tienen la suerte de contar con un saco de dormir para protegerse, ¡pero están en los Juegos del Hambre! ¡Hay que apretar los dientes y aguantar hasta el alba!
La cámara enfoca a las ramas de un árbol que hay a unos metros de la chica y veo que se distingue una silueta apenas perceptible. Las cámaras intentan enfocarle la cara pero la oscuridad y las ramas lo impiden, aunque creo que se de quién se trata. Cuando Claudius y Caesar anuncian que la tributo que se encuentra en el árbol es Katniss, sé que estoy en lo cierto.

Todavía está oscuro, aunque se puede apreciar que el amanecer se acerca, cuando los profesionales se acercan a la zona en la que está la chica del 8. No me extraña que la hayan encontrado, porque esas llamas iluminan la arena entera.
Los 5 tributos salen de entre los arbustos y rodean a la chica que los mira con gran pánico en su mirada. Se tiran sobre ella, aunque Peeta se queda allí de pie sin saber que hacer y con una mezcla de miedo y desesperación reflejándose en su cara. Cato agarra con fuerza su espada y la sostiene sobre la chica con esa mirada asesina que se puede apreciar en sus ojos. La chica suplica y se retuerce bajo los brazos que la aprisionan con fuerza y la impiden escapar. Cada vez chilla más fuerte, hasta que Cato clava con fuerza su espada en el pecho de la joven haciendo que los gritos de esta cesen, no sin antes exclamar un último alarido de dolor. Su voz se ha apagado para siempre.